La dualidad de la recuperación: cómo la política energética afecta a la cerámica

Existe un elemento común entre prácticamente todos los sectores: el falso dilema entre descarbonización y competitividad. En un reciente informe de la Asociación Española del Gas y PwC, en el que ASCER ha podido colaborar, se pone en evidencia la progresiva pérdida de competitividad de las industrias gasintensivas. Completamente sobrepasadas por el impacto del alza de precios de la energía durante el 2022 y el 2023, en España hay sectores específicos, como el cerámico, que todavía no han logrado dejar atrás completamente esos efectos

Una recuperación a dos velocidades

Las industrias gasintesivas en España abarcan sectores como el refino, la química-farmacéutica y la de materiales de construcción, entre otras. En los últimos años, el comportamiento de los mercados del gas ha trasladado su inestabilidad a los sectores productivos, en donde el binomio de fluctuación de la demanda y volatilidad de los precios ha afectado negativamente a la competitividad de estas industrias, que se enfrentan a mayores costos operativos y desafíos en la planificación estratégica. 

Esta situación ha puesto en riesgo la viabilidad de muchas empresas gasintensivas, especialmente en sectores como el cerámico, donde la sustitución del gas natural por alternativas energéticas aún no es viable debido a la falta de tecnologías adecuadas y costos competitivos. Aunque se exploran opciones como el biometano, su uso no se ha consolidado en la industria cerámica, principalmente por la insuficiente oferta y los elevados costos asociados. Esto deja al sector sin alternativas inmediatas y mantiene la dependencia del gas natural, enfrentando una recuperación que depende en gran medida de la volatilidad de los precios energéticos y la falta de soluciones tecnológicas a corto plazo.

La importancia crítica de los gases renovables.

Por otro lado, el sector cerámico se enfrenta a una fuerte competencia de terceros países, que operan con costes de producción significativamente más bajos y sin las mismas exigencias ambientales que en España. Esta competencia erosiona la cuota de mercado de la industria cerámica, mientras reduce los márgenes de beneficio del sector, limitando así los recursos disponibles para invertir en innovaciones y desarrollos que permitan alcanzar los objetivos medioambientales exigidos por la normativa europea.

Precisamente, en ese mismo informe elaborado por Sedigas y PwC,  se pone el foco en el potencial que los gases renovables, como el biometano podrían tener en la revitalización de la industria gasintensiva, especialmente por su mayor madurez tecnológica. El biometano, producido a partir de residuos orgánicos, desechos biológicos o cultivos energéticos, entre otros, puede integrarse fácilmente en la infraestructura de gas natural existente, ofreciendo una alternativa sostenible, aunque su precio todavía no sea realmente competitivo. 

En este sentido, España tiene un gran potencial para la producción de biometano debido a su capacidad agrícola y ganadera, una estructura similar a la de otros países de nuestro entorno, como Francia, que son auténticas potencias en la producción de este gas renovable. A la espera de que la producción del hidrógeno verde y su inyección a la red para su uso industrial sea igualmente competitivo y técnicamente viable su uso en determinadas industrias como la cerámica, la integración del biometano en la red de gas podría reducir significativamente las emisiones de carbono y mejorar la sostenibilidad del sector y la propia dependencia de los combustibles fósiles.

La realidad todavía lejana del biometano

Para facilitar esta transición, es fundamental contar con un marco legislativo y regulatorio favorable. El informe recomienda una colaboración estrecha entre el gobierno, la industria y la sociedad para promover la inversión en tecnologías limpias. Además de desarrollar infraestructuras adecuadas para la producción y distribución de gases renovables.

El futuro de la industria gasintensiva en España depende en gran medida de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades energéticas. La transición hacia los gases renovables es, a partes iguales, una necesidad ambiental y una oportunidad para mejorar la competitividad y asegurar la sostenibilidad a largo plazo del sector. La inversión en tecnologías limpias y la cooperación entre todos los actores involucrados serán claves para lograr este objetivo​​.